jueves, 14 de febrero de 2008

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,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,El historiador del arte Francisco Gil Tovar

Hoy me senté y leí de chorro 120 páginas que corresponden a tres capítulos de la tesis en artes que estoy escribiendo.

La tesis tiene aproximadamente ya 300 páginas, que estoy terminando de pronto a costa de la propia salud mental y física, pues el deber del investigador en arte es el de permanecer muchas veces frente al computador desde que se levanta hasta que se acuesta.

En este momento puedo asegurar haber escrito, leído, releído, cortado, pegado, cambiado, reescrito minuciosa, paranoica y obsesivamente frase tras frase, palabra tras palabra, de cada párrafo, de cada página y de cada capítulo de la tesis, por lo menos más de doscientas veces durante estos últimos cuatro años.

Menos mal adquirí la versión más reciente de Word (2007), que acabo de aprender a utilizar hace unos días, y que viene con más sinónimos y en diferentes lenguas.

Sin embargo a pesar de esta comodidad, encontré hoy algunas partes del texto que ameritan una mayor coherencia, precisión y concisión para con la práctica en torno de la cual gravita la reflexión teórica.

En efecto, hacia el medio día, en una nueva lectura del asunto, observé que todavía no había logrado moldear bien aproximadamente cuarenta páginas de un capitulo, que es precisamente el que más dolores de cabeza me ha dado.

Este capítulo habla sobre la inscripción del trabajo plástico personal dentro de la producción artística colombiana.

Como pueden imaginarse allí entra en juego la relación del artista - investigador con su propia cultura. También allí se observa la manera como el investigador interpreta la historia del arte colombiano a partir de una visión personal; visión que influencia la forma misma como el artista concibe su propio trabajo artístico.

Y es allí donde comienza la dificultad de todo este asunto, pues al intentar definir parámetros, no parece haber consideraciones plenamente consensuadas para caracterizar el arte colombiano.

Suele uno prestar atención más bien una serie de ideas contradictorias entre sí, sobre todo en lo que tiene que ver con la noción de identidad cultural a través del arte.

Por ello, frente a las incoherencias que proclaman frecuentemente los artistas colombianos sobre la temática de la identidad, el investigador en arte no se fía tanto de lo que dicen sus pares artistas, y va en búsqueda de los historiadores para poder ver, desde un poco más arriba, el panorama en que la obra personal se encuentra inscrita.

Pero al volver a los textos históricos referenciales de otra parte se observa que los recuentos realizados tampoco dan suficientes pistas para guiarse, y muchas veces ciertos aspectos que hoy deberían estarse dilucidando por parte de los estudiosos en historia del arte son aun nebulosos.

En realidad, no puede uno resolver teóricamente todos los problemas de la cultura donde nació, (así lo pretenda), pero también hay que reconocer que Gil Tovar deja algunos vacios que logra disimular bastante bien con los matices que le da al manejo de la prosa. (1)

En efecto, al pisarle los talones al historiador, confrontarlo y replantear de otro modo algunos parajes de su recuento, se observa que estamos pisando en puntillas desde hace varias décadas sobre incertidumbres colectivas, que en realidad quien sabe si nuestra cultura y sus mentes más brillantes podrán resolver algún día.
Dimo García
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(1) “Gil Tovar arribó a Colombia en 1953 y desde entonces ha estado presente en el acontecer cultural del país, particularmente en las áreas de arte, historia y comunicación. En este campo cabe destacar que gracias a su gestión se aprobó de forma oficial el programa de la Escuela de Periodismo de la Universidad Javeriana, institución que le otorgó un Doctorado Honoris Causa, y en la que también fue director del Departamento de Arte.
Con la distinción que ahora se le impone, también se destaca su trabajo como escritor. Su obra la conforman más de 40 publicaciones en Colombia y España. Se ha hecho acreedor a condecoraciones como la Cruz de Caballero de la Orden de Isabel la Católica, por acción cultural en Hispanoamérica, del Gobierno Español, y la Medalla al Mérito Educativo, del Ministerio de Educación de Colombia, entre otras.”
Tomado de :
http://extroversia.universia.net.co/html/arteylit/archivoNoticiasAntesVer.jsp?actualConsecutivo=709&ann=2006&mess=Junio

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