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Una de las sandeces mayores y a la vez un lugar común de cierta parte del pensamiento "contemporáneo" sobre arte es considerar a la escultura y a la pintura como "objetos".
Una de las sandeces mayores y a la vez un lugar común de cierta parte del pensamiento "contemporáneo" sobre arte es considerar a la escultura y a la pintura como "objetos".
Ya que el objeto es una unidad inerte, bajo esta denominación de manera encubierta se busca dar a entender que la pintura y la escultura son cosas fijas, sin vida.
Ya esta visto que, al contrario de esta idea, la pintura o la escultura son lugares donde se encarnan entidades o fuerzas activas para la psique, son espacios aptos para ser habitados por presencias inmateriales. La pintura y la escultura son medios que, en los procesos de creación, se convierten en entidades vivas. Consideraciones teológicas e históricas permiten darle un soporte amplio a esta idea.
De otra parte, si algo debe plantearse para generar nuevas lógicas discursivas que realmente tengan sentido en la teoría artística contemporánea, es revisar el uso y el abuso dado a nociones frecuentemente utilizadas para describir los fenómenos artísticos. Seguir considerando a la pintura o a la escultura como “objetos” y darles esa denominación es dilapidar las posibilidades de cambio en el arte contemporáneo. Es claro que no es a través de ese uso de las palabras que se está construyendo hoy por hoy la teoría artística de este nuevo siglo.
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1 comentario:
me alegra mucho encontrarme este post. me ayuda mucho porque me estoy preparando para la presentación del diploma que como te podrás imaginar, estará presidido por un jurado pro-Duchamp/conceptualismo, que aboga por el cuento ese de que la pintura es un objeto...
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