Obra de Taylor Mckimens
Luego de leer dos páginas en francés de un cuento de Stephen King, me bañé y me fui a lavar la ropa en un local a unas cuadras de mi casa. En el sitio, al lado de las máquinas, hay unos sofás viejos, cómodos y calientes donde la gente se sienta a esperar. Sin quererlo allí me topo generalmente con la misma imagen: una anciana de pelo canoso y crespo, que casi no se mueve ni sabe que es rara. Algunas veces está acompañada de un perro bajito, de cara arrugada y lengua salida, el cual parece creer que es muy normal estar sentado sobre un sofá.
Desde el sillón de al lado, de reojo los observo mientras pretendo leer. Ambos miran hacia el mismo punto en el piso, contemplan la nada. Imagino que en ese momento piensan igual, mujer y perro en silencio y por telepatía alcanzan el mismo estado mental.
Le señora lleva un saco rojo abierto y un crucifijo colgando por encima de la camiza. Es muy tranquilizador ver esta fotografía, casi que se puede encuadrar con los dedos. La viejita se ve que es una persona apacible y sensata, tal vez mi mamá sea como esta señora cuando llegue a esa edad. Aunque nada puedo saber, tal vez la impresión que transmite sea contraria a su verdadera personalidad.
De salida de la casa había decidido continuar con otro texto en la lavandería, ``El retrato de Dorian Gray``, una versión resumida para aprender inglés.
Repitiendo varias veces un parrafo y esperando a sacar la ropa de la lavadora me vinieron a la mente unos micos que entraban a comerse la comida en casa de un colombiano en alguna parte de la India. Esto lo leí una vez en un blog. Me hace pensar que aquí en Montreal la fauna también es especial, ya he contado de las mofetas que habitan el barrio y en verano vi también cinco mapaches subidos en un árbol bajito,casi que se podían tocar.
La vegetación y la fauna en invierno es menos agradable, algo esteparia, he encontrado algunas tijeretas en casa, insectos pequeños y feos que producen la necesidad de destripar. Aunque las arañas, por el karma, es mejor sacarlas por la ventana.
Estaba pensando en una historia de unos insectos, tal vez mosquitos que a través de la picadura logren transmitir la inteligencia humana. Aunque acabo de imaginar que puede ser mejor que transmitan el alma humana. No es que sea inspirado en ello, pero nunca había visto la serie completa de los Expedientes secretos X. ¡Qué bonita que es Scully!.
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Ahora meto la cabeza dentro de la secadora, para tantear el estado de la ropa. Es un hueco redondo, bastante grande y oscuro. Puede ser un buen lugar para hibernar chupando un panal de miel. La ropa a veces queda algo húmeda pero no voy a meterle más plata a esta máquina, la dueña nunca saluda.
1 comentario:
Que fauna y flora la de tu vecindario...
la verdad sería magnifico que los insectos transmitieran el alma humana aun con repelentes.
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