sábado, 18 de octubre de 2008

Diversos

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Al salir a la caza, las esculturas frias y humanoides de Richard Stipl son algo desapacibles, más no tanto como esta serie de niños horribles, amigos que necesitamos para enfrentar al abominable monstruo del lago.
De regreso a casa, una clásica tonada de Iron Maiden en arpa es necesaria mientras sacamos de nuestro refrigerador una serie de quesos franceses clasificados por regiones.

1 comentario:

Blanca Oraa Moyua dijo...

Me gusta tanto todo lo que me propones que me dan ganas de llorar...de emoción, de puro deleite.