viernes, 10 de junio de 2011

Trabajo y cultura mientras se recoge la basura

Hoy en el evento de la fórmula 1 de Montreal - donde estoy trabajando - comenzaron las carreras de preparación y el complejo deportivo estaba ya repleto de espectadores.

A mí personalmente no es que me apasione mucho este deporte, pero disfruto observando la logística y la cantidad de gente especializada en todo tipo de tareas, trabajando como hormigas para poner en acción algo que finalmente no sirve para nada. O tal vez solo sirve para que lo disfruten los amantes de los brillantes vehículos que junto a la pista hacen un ruido insoportable. Menos mal dan tapones para los oídos.

Hoy mi trabajo consistía en mantenerme deambulando en un sector del complejo deportivo y en el desplazamiento cambiar las bolsas de las canecas de basura. Tocaba llevarlas a unos contenedores a cada rato. Se trataba de efectuar un desplazamiento continuo con bolsas repletas en medio de miles de personas bastante tragonas y que, caminando por todas partes, botaban botellas y desechos todo el tiempo.

Eso sí es algo feo del evento: la cantidad de contaminación que produce, pero no vale la pena quejarse sino pasar directo a la acción, por eso me gusta este trabajo de reciclaje.

En medio de la pausa y en los recorridos hoy hablé con varios colombianos, franceses y africanos. Personas de diversas profesiones, edades y niveles culturales, desde el hombre rudo que no ha terminado el bachillerato, hasta el médico, pasando por el diseñador, el músico de rock alternativo, el ingeniero e incluso el académico de la pintura. Lo importante es la cooperación y hacer bien el trabajo.

Eso es algo bueno de los países desarrollados que también había notado en Francia: uno puede ver a gente de diferentes estilos y niveles culturales que se encuentran trabajando y cooperando de manera horizontal en una misma labor, cualquiera que esta sea.

En los países subdesarrollados esto no se da, pero no porque el trabajo como obrero sea mal pago, sino porque existe una separación de las labores "propias" de las diferentes clases o castas sociales. En países como Colombia un ingeniero o un doctor, al pertener a determinada casta, nunca trabajaría de la mano de un obrero levantado ladrillos o recogiendo basura en un estadio. Ese rechazo a las labores simples que requieren de esfuerzo físico por parte de personas con cierto grado de instrucción puede que sea una de las razones que hace que algunos países subdesarrollados de Latinoamérica no logren concebirse como unidades sociales y avanzar en conjunto.

No sé si esto tiene algo que ver con lo que comentaba Sergio hace poco en este interesante apartado, sobre la diferencia entre un encuentro en la calle de dos personas una rica y una pobre en un país desarrollado y un encuentro así en un país subdesarrollado. Sergio dice que en un país desarrollado un tipo muy rico se puede encontrar en la calle con un tipo muy pobre de ese mismo país y ambos pueden llegar a tener una conversación horizontal (de alguna manera, a un mismo nivel). En cambio en un país subdesarrollado esto sería impensable. Creo que vale la pena ir al enlace de Sergio sobre el tema.

1 comentario:

El Abuelito dijo...

...comenta Sergio en su blog que tal actitud puede venir "de los tiempos de la colonia". Creo que es acertado, porque algo de esa abismal distancia en el trato entre clases es cosa muy arraigada en España también...